Al inicio de la obra Yerma está dormida en su casa, soñando con un pastor que lleva a un niño de la mano. Se despierta poco después y habla con su marido Juan, que está a punto de salir a trabajar al campo. En este primer diálogo entre los esposos, Yerma está preocupada por la salud de Juan, que trabaja largas horas. Sabremos poco después que esta preocupación está relacionada con el problema que atraviesa la pareja: llevan más de dos años de casados y no han podido aún tener hijos. Al salir Juan, entra una amiga de Yerma, María, que a solo cinco meses de casada ya se ha quedado embarazada y viene a pedirle a Yerma que le cosa la ropa para el bebé que espera. La noticia aumenta la ansiedad de Yerma, que pregunta curiosa cómo ha sido y cómo se siente la experiencia de estar embarazada, al tiempo que le da consejos. Poco después María se despide, y Yerma se pone a coser la ropita del bebé de su amiga, así la sorprende el pastor Víctor, que equivocadamente piensa que es Yerma la que va a tener un hijo. Resuelta la confusión, Víctor jovialmente alienta a Yerma para que le insista a su esposo para que se ocupe más del tema. Cuando Víctor se va, Yerma se acerca al sitio donde el pastor ha estado y respira fuerte, como si siguiera su olor por el aire.